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¿Se puede ser uno mismo?



No es casualidad que hoy no se pueda pensar. Que se viva entre remolinos y abismos. Que las cosas vayan y vengan con tanta rapidez y se digiera con tanta liviandad, casi una realidad virtualizada, sin tiempo ni lugar vinculante, transformador: frente a esto debemos tomar una posición inmediata ante dos opciones posibles: o jugamos o vivimos. Hoy no distinguimos entre una actuación o un compromiso, un simulacro de una urgencia, una competencia individualista o un equipo en acción. Y esto habla de lo que somos, hoy somos espectadores, hemos sido entrenados mediáticamente para tolerar el horror y la morbosidad, ya no hay reacción, hay pasividad, conformismo, queja vacía, y exitismo personalista; preferimos el simulacro y así nos gana el anonimato, solo las ideologías se mantienen frente a la construcción social institucional y con su fuerza se golpean instituciones, pero no hay rostros, no hay líderes, hay miembros sin una cara visible, la masa le gana a los principios. Un persona encarna un principio, pero aquí, hoy nadie puede encarnar un principio porque se duda de ellos. Y convertimos la construcción institucional en una convivencia partidaria, todas las instituciones actualmente están segmentadas en dos partes fundamentales. Hoy se es si te enfilas en algo y eres obediente a esas filas. De lo contrario no eres completo y se te calificará de muchas cosas aunque la conciencia les retumbe dentro.

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